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Unos cuantos años hubo un presidente del Barcelona al que se le atribuyó una frase que decía: “Aquest any sí” (este año, sí). Era una especie de promesa de pretemporada a los socios, con la que se comprometía a conquistar el título liguero que venía a continuación y que tanto le estaba costando al equipo que presidía. Y que le fue fallando durante unos cuantos años hasta que por fin consiguió el objetivo.


En otro contexto diferente, lo mismo se podría aplicar a la situación que actualmente atraviesa el Deportivo. Parece que al cuarto intento “aquest any sí”, después de tres temporadas en que se quiso pero no se pudo. Ahora, la pasada jornada ha sido muy clarificadora y la ventaja del equipo coruñés se ha hecho ostensible: de seis puntos para arriba es la diferencia entre los pupilos de Idiákez y el resto de los equipos perseguidores, lo cual parece una brecha notable porque tan sólo faltan seis jornadas para el final de la competición y, por lo tanto, para la consecución de ese anhelo por el que tanto suspiran todos los aficionados deportivistas, tanto los que disfrutaron de glorias no tan lejanas como el gran número de jóvenes que acude en masa a Riazor y que están deseosos de acercarse a los triunfos que les cuentan los más veteranos.


A todo ello ayuda la anunciada clarificación del futuro económico de la entidad, que pasa de forma imprescindible por el ascenso a Segunda División “A”. La entidad con participación mayoritaria entre la masa social ha abierto rotundamente las puertas a una posible mejoría deportiva que ha hecho empezar a soñar a todos los seguidores coruñeses. Desde luego, no se puede caer en una especie de injustificado optimismo (no hay nada logrado hasta la fecha) pero todos los condicionantes se juntan a favor de un futuro ilusionante.


De los seis partidos que faltan, cuatro son en Riazor (frente a la Cultural Leonesa, Arenteiro, Barcelona Atlético y Real Unión de Irún, contra el que se cierra la competición en Riazor) y dos únicamente fuera (en casa del Sestao, a puerta cerrada, y del filial de la Real Sociedad). No hay garantías de nada. Todos los partidos hay que jugarlos “a muerte”, como dicen los futbolistas, pero la situación invita a ver el porvenir con ilusión y optimismo, a pesar de que todos podamos recordar las decepciones cercanas y lejanas, que han sido unas cuantas. Pero el pasado no hay quién lo mueva y el futuro es lo que ilusiona ahora a todos los que mañana van a llenar Riazor. Y a muchos más.

 

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